sábado, 27 de octubre de 2012

Las mejores películas de James Bond



     Hasta donde llega mi memoria siempre he sido un admirador de la saga cinematográfica de James Bond, un ciclo de más de veinte películas por las que siento un cariño muy especial. Cincuenta años han pasado desde el debut de Sean Connery como en el mítico agente 007 creado originalmente por el escritor Ian Fleming. Durante estas cinco décadas, Bond ha logrado sobrevivir al fin de la Guerra Fría y al abandono de la franquicia por parte de Connery, quien posteriormente iría siendo reemplazado por otros intérpretes que, cada uno a su modo, aportarían su propia reinterpretación del personaje: George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig. El quincuagésimo aniversario de la serie Bond y el inminente estreno de Skyfall (id, Sam Mendes, 2012), la prometedora tercera entrega protagonizada por Daniel Craig, hacen de este un momento perfecto para recordar las más brillantes aproximaciones a uno de los grandes iconos de la cultura de masas. Lo que sigue es una selección personal de las diez mejores películas protagonizadas por el más famoso de los agentes secretos durante su primer medio siglo de vida:

1.  James Bond contra Goldfinger


     A pesar de la brillantez de los dos primeros títulos protagonizados por el agente 007, James Bond contra Goldfinger (Goldfinger, Guy Hamilton, 1964) fue la película que marcó definitivamente las características fundamentales de la saga, desatando además el fenómeno de la bondmania en la década de los 60. Y es que todo funciona a la perfección en esta trepidante película: desde la suprema interpretación de Sean Connery, el mejor Bond de la historia, hasta la formidable encarnación de Gert Fröbe como el malvado Goldfinger, pasando por la famosa canción de los títulos de crédito interpretada por Shirley Bassey o la excelente banda sonora de John Barry, el compositor que definió para siempre el estilo musical del personaje. Dos escenas para el recuerdo: el descubrimiento de una chica Bond (Shirley Eaton) cubierta de pintura de oro y la secuencia en la que un indefenso y maniatado 007 trata de convencer a Goldfinger para que le libere mientras un rayo láser avanza lentamente hacia su entrepierna…

2. Casino Royale


     Con Casino Royale (id, Martin Campbell, 2006) la saga Bond tomó un drástico cambio de rumbo, eliminando la continuidad con las anteriores aventuras cinematográficas de 007 para narrar sus inicios en el mundo del espionaje. Pero lo realmente sorprendente de esta película es cómo consigue adaptar la primera novela de Ian Fleming mejorándola en muchos aspectos y tomándola como pretexto para trasladar la esencia de Bond al siglo XXI. Daniel Craig no podría haber empezado con mejor pie su andadura en la saga, interpretando a un Bond más frío, duro e implacable que nunca pero con una serie de defectos que le humanizan. A destacar el resto del memorable reparto, con una fascinante Eva Green, un inquietante Mads Mikkelsen, un entrañable Giancarlo Giannini y una Judi Dench mejor aprovechada que en sus anteriores apariciones en la serie.

3. Desde Rusia con amor


     Basada en la que para muchos es la mejor novela de Fleming, Desde Rusia con amor (From Russia with love, Terence Young, 1963) es la entrega en la que toma protagonismo SPECTRA, la misteriosa organización criminal capitaneada por Ernst Stavro Blofeld, un villano de esquiva presencia que recuerda poderosamente al doctor Mabuse de Fritz Lang. Las referencias no acaban ahí, pues Desde Rusia con amor es también la película más hitchcockiana de la serie, en la que no faltan ni el macguffin (la Lektor, una máquina decodificadora codiciada por Bond, por los soviéticos y por SPECTRA) ni un largo fragmento situado en un tren plagado de espías: el cara a cara que se produce entre Bond y el despiadado asesino Red Grant (un excelente Robert Shaw) en un pequeño compartimento del Orient Express está cargado de emoción y suspense.

4. Licencia para matar


     De todos los intérpretes que han dado vida a Bond, Timothy Dalton es sin duda el más infravalorado. Con tan solo dos películas Dalton consiguió humanizar al espía creado por Ian Fleming poniendo el acento en los claroscuros de su personalidad y mostrándolo como un asesino cansado de su trabajo. Licencia para matar (Licence to kill, John Glen, 1989) no solo supone la mejor aproximación de Dalton al personaje, sino también el episodio más violento y visceral de la filmografía bondiana, con 007 abandonando momentáneamente sus obligaciones en el servicio secreto británico para llevar a cabo una venganza personal contra el barón de la droga Frank Sanchez (Robert Davi). Un título a reivindicar de una vez por todas como una de las mejores películas de acción de los años 80.

5. Al servicio secreto de Su Majestad


     Considerada durante años como un fracaso por ser la única película de la serie protagonizada por George Lazenby, Al servicio secreto de Su Majestad (On her majesty’s secret service, Peter Hunt, 1969) ha visto cómo su prestigio aumentaba con el paso de los años. Y no es para menos, pues estamos ante la aventura más romántica de Bond que sigue sorprendiendo por su arriesgado desenlace. Las persecuciones en la nieve se encuentran entre lo más espectacular de la saga y el escaso carisma de Lazenby (quien en cambio aportó una notable vulnerabilidad al personaje que se echa en falta en otros títulos) está compensado por las brillantes actuaciones de Diana Rigg y Telly Savalas, este último el mejor Blofeld que ha dado el cine. La película se ve beneficiada además por la mejor banda sonora de la serie, en la que la magistral partitura de John Barry está complementada por la espléndida canción “We have all the time in the world” interpretada por Louis Armstrong.

6. La espía que me amó


     A pesar de ser ya la tercera película con Roger Moore en el papel de James Bond, La espía que me amó (The spy who loved me, Lewis Gilbert, 1977) es la entrega que contiene las principales características que definirán la etapa protagonizada por este actor inglés: espectacularidad por todos los lados, decorados imaginativos y llenos de fantasía, un sentido del humor que recorre toda la trama y un villano dispuesto a destruir el mundo, en este caso Stromberg (Curd Jürgens), un misántropo amante del mar con más de un punto en común con el Capitán Nemo creado por Julio Verne. Pero si por algo destaca esta película es por contener una de las historias de amor más interesantes de toda la saga, la que protagonizan el agente 007 y la espía soviética Triple X a la que da vida una irresistible Barbara Bach. La canción “Nobody does it better”, interpretada por Carly Simon, es uno de los grandes clásicos musicales de la serie.

7. Sólo para sus ojos


     Tras algunos excesos en entregas anteriores, que habían situado al espía británico al borde de la autoparodia, Roger Moore regresó a un tratamiento más serio y verosímil con Sólo para sus ojos (For your eyes only, John Glen, 1981). Este cambio de rumbo fue muy apreciable gracias a un interesante guión que, más allá de sus puntos de contacto con Desde Rusia con amor, se caracteriza por narrar la historia de varias venganzas entrecruzadas: la de Bond contra el asesino de uno de sus aliados, la de Melina (Carole Bouquet) contra el responsable de la muerte de sus padres y la del contrabandista Columbo (Topol) contra el traidor que trata de inculparle varios crímenes. A reseñar secuencias de acción tan logradas como aquella en la que Bond y Melina son arrastrados por unas aguas repletas de tiburones, así como la carismática presencia de Topol en el papel de ese simpático Columbo situado a ambos lados de la ley.

8. Agente 007 contra el doctor No


     El primer largometraje protagonizado por James Bond posee un encanto al que no resulta fácil resistirse. Con una primera parte centrada en una investigación casi policial y una segunda de aventuras exóticas al estilo de El malvado Zaroff (The most dangerous game, Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, 1932), Agente 007 contra el doctor No (Dr. No, Terence Young, 1962) exhibe clasicismo por los cuatro costados y funciona magníficamente como carta de presentación del más famoso espía con licencia para matar. El doctor No (Joseph Wiseman), ese malvado científico oculto en una isla maldita sobre la que nadie se atreve a poner el pie, se erige como el primer gran villano de la serie, mientras que Honey Rider (Ursula Andress) es la primera gran chica Bond y una de las más inolvidables. La imagen de Honey surgiendo del agua con su mítico bikini blanco es uno de los grandes iconos del cine de los 60, pero la escena de presentación de Bond durante una partida de cartas también vale su peso en oro.

9. Nunca digas nunca jamás


     Nunca digas nunca jamás (Never say never again, Irvin Kershner, 1983) es un título muy especial por varios motivos: por su carácter apócrifo al ser la única película de 007 realizada al margen de la franquicia creada por Albert R. Broccoli y Harry Saltzman; por tratarse de un remake al tomar como base el mismo argumento en el que ya se había inspirado Operación Trueno (Thunderball, Terence Young, 1965); y por suponer la última aparición de Bond bajo los rasgos de Sean Connery, quien tras varios años alejado de la saga regresó al personaje con el que saltó a la fama. Y ese es precisamente el mayor atractivo de Nunca digas nunca jamás: la divertida e irónica interpretación de Connery, quien consciente de su edad y de su madurez como intérprete encarna a un Bond en decadencia y a un paso del retiro pero que, reacio a dejarse vencer por el paso de los años, vive sus aventuras con la misma actitud irreverente que exhibía cuando ingresó en el servicio secreto británico. Mención especial para Fatima Blush, una perversa e insaciable asesina a la que da vida una explosiva Barbara Carrera.

10. El mundo nunca es suficiente


     En mi opinión el mejor Bond interpretado por Pierce Brosnan, El mundo nunca es suficiente (The world is not enough, Michael Apted, 1999) aporta numerosos elementos de gran interés, entre ellos una mayor implicación emocional de Bond en su misión que viene sugerida por el propio título de la película, una referencia a Al servicio secreto de Su Majestad. Pero a diferencia del título protagonizado por Lazenby, en esta ocasión el gran enemigo de 007 no será un hombre sino una mujer: si en un primer momento el villano de la película parece ser Renard (Robert Carlyle), un terrorista con una bala alojada en su cerebro que le hace insensible al dolor físico, al final será la atractiva Elektra King (una estupenda Sophie Marceau) la que acabará demostrando su capacidad para manipular a todo hombre que caiga en sus brazos. La espectacularidad es otro de los puntos fuertes de esta entrega: la persecución en lancha por el río Támesis es una de las mejores secuencias de acción de toda la saga.

viernes, 5 de octubre de 2012

Michael Giacchino y los mejores temas musicales de PERDIDOS



     Advertencia: Recomiendo a todo aquel que desconozca la serie de televisión Perdidos que no lea el siguiente artículo a menos que no le importe conocer algunas características fundamentales de la trama y de sus personajes. Aunque los aspectos de la serie a los que me referiré representan una ínfima parte de los cientos de sorpresas que depara Perdidos, una serie como esta merece ser disfrutada con la menor cantidad de información previa que sea posible.

     Creada por J.J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber, Perdidos (Lost) empezó a ser emitida en noviembre de 2004, finalizando en mayo de 2010 tras seis temporadas que la convirtieron en una de las series de televisión más populares de las últimas décadas. Estos seis años también fueron fundamentales para la trayectoria profesional del compositor de su banda sonora, Michael Giacchino: si poco después del inicio de la serie el músico lograba su primer gran éxito en el mundo del cine con Los increíbles (The incredibles, Brad Bird, 2004), en el momento de la emisión del último capítulo de Perdidos Giacchino acababa de obtener un Oscar por la partitura de Up (id, Pete Docter y Bob Peterson, 2009) y ya era unánimemente reconocido como uno de los mejores compositores de bandas sonoras en activo. La partitura de Perdidos se encuentra de este modo en una etapa crucial de la obra de este compositor, siendo además uno de sus trabajos más admirados. Y es que la extraordinaria música de Giacchino acabó convirtiéndose en una de las principales señas de identidad de esta serie protagonizada por los supervivientes del vuelo 815 de la compañía aérea Oceanic que, en el transcurso de un viaje de Sídney a Los Ángeles, se estrella en una isla en la que todo es posible.

     A lo largo de las seis temporadas de Perdidos, el compositor de Super 8 (id, J.J. Abrams, 2011) construyó un apasionante e inconfundible universo musical compuesto por decenas de leitmotivs dedicados a todos los personajes importantes de la trama, así como por magníficos temas de amor, acción y misterio que ayudaron a engrandecer una serie en mi opinión fascinante a pesar sus (pequeñas) imperfecciones. El resultado no solo es la obra más completa y memorable de su compositor, sino probablemente una de las bandas sonoras más impresionantes jamás compuestas para una serie televisiva. Es tal la riqueza de esta espléndida partitura que casi cualquier análisis que se le dedique tiene que resultar forzosamente superficial o incompleto; al respecto recomiendo la lectura del exhaustivo y excepcional estudio llevado a cabo por Óscar Giménez en la imprescindible web BsoSpirit. Mi pequeña aproximación a la banda sonora de Perdidos consistirá en cambio en una selección puramente subjetiva de sus diez mejores temas, secuenciados aproximadamente según el orden cronológico con el que aparecen en la serie o adquieren un papel relevante en la partitura.

El tema de la vida y la muerte

     De entre la multitud de temas compuestos por Giacchino para Perdidos, probablemente el más famoso de todos sea el tema de la vida y la muerte, una hermosa melodía de piano que aparece en algunos de los momentos más importantes de la historia. Su primera gran aparición se produce en la primera temporada, cuando uno de los personajes principales fallece al mismo tiempo que Claire (Emilie de Ravin) da a luz a su hijo Aaron. A partir de este momento el tema de la vida y la muerte suele aparecer con diferentes variaciones casi siempre que uno de los pasajeros del vuelo 815 muere, aunque la mejor versión de dicho tema aparece durante la extraordinaria secuencia que pone fin a la primera temporada. Si hasta ese momento de la serie hemos ido conociendo el pasado de sus protagonistas y los motivos que les llevaron a emprender el viaje de Sídney a Los Ángeles, en un último flashback por fin les vemos subir a bordo del avión que cambiará sus vidas para siempre. El excepcional talento de Giacchino para pasar de la emotividad al suspense en un abrir y cerrar de ojos queda reflejado hacia el final de la secuencia, cuando la acción regresa al presente y Jack (Matthew Fox) y Locke (un antológico Terry O’Quinn) asoman la mirada por una extraña escotilla que no desvelará sus misterios hasta la segunda temporada.


Los temas de Locke

     En mi opinión el mayor atractivo de Perdidos no reside en sus constantes giros argumentales ni en su interminable sucesión de misterios, sino en su extensa y fascinante galería de personajes. En este sentido resultan fundamentales los innumerables flashbacks que, sobre todo durante las tres primeras temporadas de la serie, muestran cómo eran las extrañas vidas de los protagonistas antes de que el destino les uniera en la enigmática isla. Estos constantes saltos temporales no solo consiguen dotar de gran misterio a los personajes, sino que además les confiere infinidad de matices humanos, logrando que todos ellos sean difíciles de olvidar para el espectador. Uno de los personajes más memorables es sin duda John Locke, quien a diferencia de los demás supervivientes no ve su reclusión en la isla como una maldición sino como una segunda oportunidad. Y es que la vida de Locke adquiere un sentido en la isla que nunca tuvo fuera de ella, tal y como se encargan de demostrar sus dolorosos recuerdos.

     Coherentemente con la idea de que la vida de Locke a partir de su llegada a la isla no tiene nada que ver con la de antes, Michael Giacchino le dedica no uno sino varios temas propios. El primero de ellos está relacionado con sus peligrosas aventuras en la isla, remarcando gracias a una poderosa percusión el valor y la valentía que convertirán a este personaje en una figura esencial para la supervivencia del grupo. La primera aparición de este tema se produce cuando Locke se da a conocer al resto de supervivientes demostrando un insospechado conocimiento del mundo de la caza y una inesperada habilidad con los cuchillos.


     Otro gran tema musical dedicado a Locke está en cambio relacionado con su pasado, acompañando los momentos más trágicos de su tortuosa existencia. La primera aparición de este leitmotiv se produce durante el famoso flashback que revela que antes de sufrir el accidente aéreo Locke sufría una parálisis que le impedía caminar… y que inexplicablemente recobró la sensibilidad de sus piernas en cuanto llegó a la isla.


El tema de Hugo

     Otro memorable personaje de Perdidos es Hugo Reyes, Hurley para los amigos, encarnado con gran simpatía por Jorge Garcia. Al igual que el resto de protagonistas, el entrañable Hugo demostrará esconder más de un secreto acerca de su pasado, especialmente en lo referente a una insólita maldición que parece perseguirle desde que usó ciertos números para ganar un importante premio de lotería. El principal tema musical asociado a Hugo es bastante sencillo pero tremendamente efectivo, y consiste básicamente en la repetición de unas pocas notas que, según la situación en la que aparecen, adquieren un tono distendido o por el contrario inquietante. Un buen ejemplo aparece durante el brillante flashback en el que Hugo visita a una mujer que le proporciona sorprendentes datos acerca de los intrigantes números, momento en el que la música adquiere un carácter misterioso y enfermizo.


El tema de la partida

     Otro de los grandes méritos de Perdidos es su talento para construir varias tramas paralelas que siempre acaban hallando su momento de máxima intensidad en los capítulos finales de cada temporada. Un gran ejemplo se encuentra hacia el final de la primera en uno de los momentos más recordados de la serie y de la obra de Giacchino: la partida de una expedición compuesta por Sawyer (Josh Holloway), Jin (Daniel Dae Kim), Michael (Harold Perrineau) y su hijo Walt (Malcolm David Kelley) en una balsa que ellos mismos han construido y con la que pretenden adentrarse en el mar en busca de ayuda. La belleza de la secuencia, con una primera parte en la que los cuatro personajes se despiden de sus amigos y una segunda en la que la nave inicia su viaje, está sublimada por la excepcional banda sonora, cuya fuerza crece gradualmente a medida que se acerca el momento de la partida. Se trata con toda probabilidad de uno de los mejores temas jamás compuestos por Michael Giacchino.


El tema de Juliet

     Si durante las dos primeras temporadas de la serie apenas se aporta información sobre los Otros, los enigmáticos habitantes de la isla que residen en ella desde hace décadas y que acosan constantemente a los protagonistas, durante la tercera temporada por fin se develan numerosas incógnitas sobre tan misterioso grupo. Sin embargo una de las mayores sorpresas la depara Juliet (una maravillosa Elizabeth Mitchell), quien a pesar de formar parte de los Otros permanece en la isla en contra de su voluntad y pronto demostrará tener tantas ganas de regresar a casa como los supervivientes del vuelo de Oceanic. El espléndido tema de Juliet aparece por primera vez en la secuencia en la que los Otros, con Jack como prisionero, se trasladan en barco a la isla principal desde la cercana isla Hydra; dicha secuencia relaciona a varias parejas de la serie, entre ellas la formada en ese momento por Sawyer y Kate (Evangeline Lilly), con los sugerentes cruces de miradas que intercambian Jack y Juliet, anunciando de este modo la importancia que la atractiva mujer tendrá en la evolución del triángulo amoroso formado por esos personajes.


El tema de Ben

     También en relación con los Otros aparece Ben Linus (un excelente Michael Emerson), uno de los personajes más interesantes y complejos de Perdidos. Tan despiadado como sensible, tan manipulador como valiente a la hora de proteger una isla por la que está dispuesto a darlo todo, Ben adquirirá poco a poco una riqueza de matices que trastocará su siniestra caracterización inicial. No es de extrañar en este sentido que la música que le dedica Giacchino refleje los claroscuros de su personalidad, describiendo tanto lo inquietante de sus métodos como lo nostálgico de su carácter. El tema de Ben aparece en incontables ocasiones, pero sin duda una de las más destacadas es la que ilustra el flashback que nos descubre la participación de este personaje en el conflicto que enfrentó a los Otros con los miembros de la Iniciativa Dharma, la misteriosa compañía que en el pasado realizaba extraños experimentos científicos en la isla. El paseo de Ben por el campamento Dharma, completamente desolado tras la muerte de todos sus habitantes, está acompañado por una hermosa y melancólica variación de su leitmotiv, que combina el piano con la sección de cuerda, en el que en mi opinión es uno de los mejores pasajes musicales de toda la serie.


El tema de amor de Desmond y Penny

     Además del triángulo amoroso formado por Jack, Kate y Sawyer, a lo largo de la serie se van consolidando diferentes historias de amor como las protagonizadas por Jin y Sun (Yunjin Kim), Charlie (Dominic Monaghan) y Claire o Sayid (Naveen Andrews) y Nadia (Andrea Gabriel). Sin embargo ninguna de ellas resulta tan conmovedora como la que describe la relación a distancia entre Desmond (un genial Henry Ian Cusick), un desesperado náufrago que lleva viviendo en la isla desde mucho antes de que llegaran a ella los supervivientes del vuelo 815, y Penny (Sonya Walger), la gran mujer de su vida a la que no ve desde hace años pero cuyo recuerdo le ayuda a seguir con vida. Giacchino dedica a estos dos personajes un extraordinario tema de amor cuyo romanticismo se desata en una de las secuencias más emocionantes de la serie, aquella en la que Desmond consigue hablar con Penny por primera vez en mucho tiempo gracias a una corta pero intensa llamada telefónica.


El tema de los seis de Oceanic

     Si durante las tres primeras temporadas de la serie las aventuras en la isla están enriquecidas por los recuerdos de cada uno de los protagonistas que aparecen visualizados en forma de flashbacks, en la cuarta temporada dicha pauta se rompe de manera inesperada. En una opción narrativa tan sorprendente como arriesgada, la acción empieza a saltar intermitentemente hacia adelante a través de numerosos flash-forwards que nos descubren, entre otras cosas, que varios de los personajes principales conseguirán regresar a sus hogares en un futuro próximo, si bien ello no significa que su relación con la isla vaya a terminar. Michael Giacchino despliega durante estos flash-forwards uno de los mejores temas de Perdidos, un emocionante leitmotiv dedicado a esos seis supervivientes del vuelo 815 de Oceanic que consiguen regresar a casa. Con una soberbia combinación de romanticismo y tristeza, en correspondencia con el desamparo de unos personajes que ya se sienten extraños en cualquier parte, esta melodía reaparecerá con frecuencia en las temporadas finales de la serie funcionando no solo como acompañamiento de esos seis personajes sino del grupo entero de supervivientes, convirtiéndose de este modo en uno de los temas más importantes de la partitura.


El tema de la llegada a Los Ángeles

     ¿Qué les habría sucedido a los protagonistas de Perdidos si el vuelo en el que viajaban no se hubiera estrellado en la isla? En cierto modo dicha pregunta halla su respuesta en la sexta y última temporada de la serie, durante la cual aparecen numerosas fugas narrativas en las que se especula sobre cómo habrían podido ser las vidas de los pasajeros del vuelo de Oceanic si éste hubiera conseguido llegar a Los Ángeles con completa normalidad. Si bien el sentido real de estas secuencias no queda del todo claro hasta el último episodio de Perdidos, lo cierto es que tan curiosa pauta narrativa funciona como un acertado contrapunto a la conclusión de las aventuras en la isla, aportando además secuencias de gran emoción. Una de ellas es sin duda la del esperado aterrizaje del vuelo 815 en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, secuencia embellecida por una melancólica melodía iniciada con el piano y a la que lentamente se le añade la sección de cuerda hasta lograr un crescendo de notable emotividad.


El tema final

     Jamás compartiré el rechazo que un gran número de seguidores de Perdidos sienten hacia la conmovedora secuencia con la que finaliza esta serie inolvidable. La conclusión de Perdidos me parece sencillamente maravillosa, y por varios motivos: primero, por finalizar la serie con una nueva e inesperada vuelta de tuerca, obligando al espectador a replantearse gran parte de lo visto durante los últimos capítulos; segundo, por lograr una secuencia de gran intensidad emocional que quedará grabada en la memoria de todo aquel que haya llegado a sentir un gran cariño hacia los personajes de la serie; tercero, por el magnífico modo con el que consigue cerrar la historia enlazando con el inicio de la serie y, al mismo tiempo, expandiendo sus horizontes narrativos; y cuarto, por el memorable acompañamiento musical de Michael Giacchino, quien da lo mejor de sí mismo en el tema final de su fascinante banda sonora. Este tema, de casi ocho minutos de duración, tiene una primera parte centrada en el personaje de Jack, con una versión lenta e intimista de su leitmotiv, y una segunda en la que aparecen los demás protagonistas de la serie, momento en el que la emoción se desata con una portentosa combinación de varios temas referidos al grupo colectivo de personajes, entre ellos el de los seis de Oceanic y el de la vida y la muerte. Un broche de oro magistral para una monumental partitura destinada a marcar un antes y un después en las bandas sonoras compuestas para la televisión.