miércoles, 22 de agosto de 2012

El señor de la noche según Christopher Nolan. Tercera parte: EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE


     A la hora de afrontar la tercera y última parte de su saga dedicada al hombre murciélago, Christopher Nolan ha asumido la difícil tarea de crear una película que cierre los arcos argumentales abiertos en Batman begins (id, 2005) y El caballero oscuro (The dark knight, 2008) sin que ello suponga eliminar la posibilidad de que otro realizador pueda continuar con la crónica de la lucha contra el crimen en la ciudad de Gotham. Es por ello que El caballero oscuro: La leyenda renace (The dark knight rises, 2012) se esfuerza por conectar su trama con la de los dos títulos que la preceden, a fin de dotar a la trilogía de una cierta unidad de conjunto, al tiempo que abre el camino a nuevas aventuras basadas en los personajes creados por Bob Kane. Pero lo que finalmente acaba destacando en El caballero oscuro: La leyenda renace es el modo con que pone fin al viaje vital iniciado por Bruce Wayne/Batman (un espléndido Christian Bale) en la primera entrega de la serie.

     Como ya hicieron las dos primeras entregas de la trilogía, El caballero oscuro: La leyenda renace recoge numerosos elementos procedentes de algunos de los mejores cómics protagonizados por Batman. En esta ocasión, y al igual que Frank Miller en su mítica novela gráfica El regreso del señor de la noche (1986), Christopher Nolan narra el regreso a la acción de un maduro Batman tras numerosos años de ausencia. Es por ello que toda la parte inicial de la película está marcada por un intenso aroma crepuscular, y no solo porque Bruce Wayne se encuentre prematuramente envejecido y con el cuerpo deteriorado por los efectos de su cruzada secreta contra el mal, sino por los cambios que se han producido en Gotham desde los hechos narrados en El caballero oscuro. Durante todo este tiempo Wayne se ha aislado del mundo exterior, recluyéndose en su lujosa mansión y generando rumores que le comparan con Howard Hughes; su colaborador Alfred (Michael Caine) ha seguido engañándole acerca de Rachel (interpretada por Katie Holmes en Batman begins y por Maggie Gyllenhaal en El caballero oscuro), haciéndole creer que ella le seguía amando en el momento de su muerte; el comisario James Gordon (Gary Oldman) ha convertido en leyenda la figura del desaparecido fiscal Harvey Dent (interpretado por Aaron Eckhart en El caballero oscuro), mintiendo sobre las condiciones de su muerte y utilizando su supuesto asesinato para endurecer el sistema penal, consiguiendo de este modo eliminar el crimen organizado de Gotham… Todo este mundo, aparentemente apacible pero fundamentado en la mentira, estallará en pedazos cuando el mal emerja de entre los cimientos de la ciudad.

     No es una casualidad que Bane (Tom Hardy), el peligroso malvado que obliga a Bruce Wayne a volver a enfundarse su traje de justiciero, esté fuertemente vinculado a su pasado. Perteneciente a La liga de las sombras, la misteriosa organización en la que Bruce estuvo a punto de ingresar antes de convertirse en Batman, y discípulo de Ra’s al Ghul (Liam Neeson), mentor y a la postre rival del protagonista durante los hechos narrados en Batman begins, Bane es un villano despiadado y cruel que se define a sí mismo como “el Apocalipsis de Gotham” y a quien el codicioso Dagget (Ben Mendelsohn) califica como “el demonio en persona”. Con la mayor parte del rostro cubierto por una siniestra máscara que alivia su dolor crónico, Bane prepara la destrucción de Gotham desde su sede de operaciones en las alcantarillas, decorado que no solo permite analogías con la Batcueva de Batman sino que además subraya la idea de un mal que durante mucho tiempo ha permanecido oculto bajo la superficie, esperando el momento oportuno para atacar a una civilización corrupta hasta sus raíces. Pero si algo caracteriza a Bane es su falta de compasión: no solo es capaz de asesinar con una inquietante facilidad (en ocasiones simplemente posando una mano sobre sus víctimas), sino que disfruta ocasionando falsas esperanzas a los habitantes de una urbe que ya ha sido condenada. Es por ello que no duda en ocultar sus planes terroristas bajo la engañosa imagen de una revolución social similar a la francesa: momentos concretos de su plan incluyen la liberación de los presos de Gotham (una posible referencia a la toma de la Bastilla) o la celebración de juicios populares (comparables a los celebrados en París durante la época del Terror) en los que se sentencia a muerte a miembros de la clase alta de la ciudad, enmascarando de esta forma un proyecto de destrucción que en realidad pretende la aniquilación de miembros de todas las clases sociales.

     Aunque las acciones criminales de Bane suponen el catalizador que provoca la reaparición de Batman, éste afronta inicialmente su regreso a la acción como un proceso de autodestrucción. El doloroso recuerdo de la muerte de Rachel, que le ha convertido en un fantasma en vida incapaz de sobreponerse a la enésima pérdida de un ser querido, llevará a Bruce a enfundarse de nuevo el traje de murciélago como única forma posible de purgar sus pecados. Resulta especialmente significativa la secuencia en la que Bruce acude a un baile de disfraces siendo él el único asistente que no lleva máscara: tal y como le comenta irónicamente a la ladrona Selina Kyle, alias Catwoman (una excelente, y sensual, Anne Hathaway), en realidad su disfraz es el de un multimillonario superficial y misántropo que en el fondo oculta a un ser atormentado incapaz de comenzar una nueva vida. Con este sentimiento de eterna frustración no es de extrañar que las primeras incursiones nocturnas de Batman tras su época de inactividad sean tan erráticas: su reaparición durante el curso de una persecución policial no hará otra cosa que desviar la atención de las autoridades permitiendo la huida de Bane, mientras que su primer enfrentamiento con el villano se saldará con una brutal derrota y con su incapacitación temporal. Es por ello que Alfred le revelará a su amo que, momentos antes de su muerte, Rachel había decidido olvidarle para casarse con Harvey Dent; aunque Alfred sabe que sacar a la luz tan dolorosa verdad supondrá un antes y un después en su amistad con Bruce, también es consciente de que se trata del único modo posible de parar el viaje hacia la inmolación de su mejor amigo.

     Lo que acaba proponiendo El caballero oscuro: La leyenda renace es un descenso a los infiernos de Bruce Wayne y su posterior resurrección tras la aceptación de sus debilidades humanas. Confinado por Bane en una claustrofóbica prisión en algún remoto lugar de Asia, Wayne deberá superar un duro proceso de sufrimiento y redención solo tras el cual será capaz de regresar a su ciudad para salvarla. De hecho este proceso supondrá para el protagonista recorrer el camino inverso al que llevó a cabo durante los hechos narrados en Batman begins: si en el pasado Wayne tuvo que aprender a afrontar sus temores para poder convertirse en un justiciero capaz de aterrorizar a los delincuentes, en esta ocasión solo será capaz de escapar de su confinamiento tras admitir que tiene miedo a morir, paso ineludible para poder escalar el pozo que le conducirá a la libertad y que solo puede superar quien tenga en alta estima su propia existencia. No resulta casual que en el crucial momento en el que Wayne consigue salir al exterior tras meses de enclaustramiento aparezca ante él una bandada de murciélagos, símbolos de los miedos del protagonista que no aparecían en la trilogía desde que éste aprendió a dejar de temerlos en Batman begins.

     La parte final de la película narra el regreso triunfal del hombre murciélago a Gotham. Es en este momento cuando Wayne logra culminar su proyecto de convertir a Batman en un símbolo capaz de despertar el coraje de los desamparados habitantes de la ciudad. De hecho durante su ausencia el joven e idealista policía John Blake (un sensacional Joseph Gordon-Levitt) ya ha invocado la figura de Batman esbozando su figura con tiza en diferentes rincones de Gotham, otorgando al héroe un carácter legendario que éste alimentará al iluminar con fuego un gigantesco símbolo de murciélago que anuncia su regreso a la ciudad. Significativamente la catártica lucha final de Batman contra los hombres de Bane se producirá al amanecer, siendo esta la única ocasión en la que se dejará ver a plena luz del día, y luchando codo a codo con unos agentes del orden que meses antes trataban de detenerle. Sin embargo esa misma redención final del héroe, capaz de infundir valor incluso a un policía tan poco ejemplar como Foley (Matthew Modine), supondrá la toma de conciencia definitiva de Blake: su gesto al lanzar su placa de policía al mar, idéntico al de Clint Eastwood en la última secuencia de Harry el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971), anuncia su pérdida de fe en un sistema cuya ineficacia convierte en necesaria la existencia de un justiciero anónimo como Batman.

     Aunque quizá no alcance la brillantez del segundo capítulo de la saga, El caballero oscuro: La leyenda renace es una intensa película narrada con brío y elegancia por Christopher Nolan. En este sentido cabe destacar la fuerza de secuencias tan abrumadoras como la fuga de Bane de un avión en pleno vuelo -una nueva referencia de Nolan a las películas de James Bond, en este caso a Licencia para matar (Licence to kill, John Glen, 1989)-, la ya citada irrupción de Batman en una persecución automovilística o la espectacular carga final de cientos de policías contra los esbirros del villano. Pero si existe en esta película una escena digna de ser recordada esa es sin duda la del primer enfrentamiento entre Batman y Bane: dotada de una violencia absolutamente brutal, dicha secuencia pone de manifiesto la indefensión del hombre murciélago ante un enemigo que le supera a todos los niveles, idea potenciada gracias a la ausencia de música durante todo el combate, lo que dota de gran dramatismo a los escalofriantes gritos de dolor de Batman, y a un montaje más pausado que el de las restantes secuencias de acción, remarcando de este modo la lentitud de movimientos de un héroe que demuestra ser mucho menos invencible de lo que parecía en el pasado.

     El caballero oscuro: La leyenda renace culmina con un epílogo con el que Christopher Nolan pone punto final a su visión del hombre murciélago de un modo tan arriesgado como eficaz (atención: SPOILER). Tras la supuesta muerte tanto de Batman como de Bruce Wayne, el entrañable Alfred ve cumplir sus sueños al descubrir que su antiguo amo disfruta de una nueva vida en compañía de Selina, una mujer que como él buscaba dejar atrás un tenebroso pasado. Bruce Wayne ha conseguido por fin dejar atrás sus obsesiones tras crear un símbolo capaz de dotar de esperanza a los habitantes de Gotham. Pero aunque Batman haya desaparecido (¿para siempre?), la ciudad será vigilada bajo la atenta mirada de John Blake, quien en la última secuencia de la película revela que su segundo nombre es Robin e irrumpe en la Batcueva dispuesto a dar continuidad al legado del señor de la noche.