jueves, 11 de marzo de 2010

SHUTTER ISLAND: Música para un viaje a la isla de la locura



     A estas alturas no cabe la menor duda de que Martin Scorsese es uno de los más brillantes, interesantes y personales creadores del cine de estas últimas décadas, tal y como demuestran películas tan magníficas como Taxi driver (id, 1976), Toro Salvaje (Raging bull, 1980), Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990) o Casino (id, 1995). Sin embargo, no es menos cierto que su última etapa está marcada por una notable irregularidad: al menos en mi opinión, y con la excepción de la interesante El aviador (The aviator, 2004), películas como Gangs of New York (id, 2002) o Infiltrados (The departed, 2006) están muy por debajo de lo que su director es capaz de ofrecer. Es por ello que conviene recibir con los brazos abiertos a Shutter Island (id, 2010), para mi gusto el mejor Scorsese de los últimos años.

     Shutter Island es una película que inquieta por su densa atmósfera de misterio y que apasiona por su extraordinaria fuerza narrativa. Sin embargo, resulta extremadamente difícil hablar en profundidad de esta película sin descubrir sus numerosos secretos: Shutter Island merece ser vista con la menor información previa que sea posible, de ahí que en esta ocasión me decantaré por comentar sucintamente ciertos aspectos sobre de su banda sonora. Lo que sí haré será apuntar brevemente algunas cualidades de esta excelente película, como la brillante labor de montaje de Thelma Schoonmaker, evidente en la admirable integración de los numerosos flashbacks que nos muestran los aterradores recuerdos del protagonista del relato, Teddy Daniels (Leonardo Dicaprio), y que incluyen una de las imágenes más aterradoras y paradójicamente bellas de la filmografía de su director: la de la nieve cubriendo los cadáveres de unos judíos asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. No menos brillante resulta la fotografía de Robert Richardson, uno de los mejores profesionales en su campo, que contribuye a crear esa sensación de suspense perseguida por Scorsese sin renunciar a la belleza. Pero sin duda lo que más destaca en Shutter Island es el talento de su autor en la puesta en escena, de tal complejidad que hasta el más mínimo detalle tiene un significado... o más.

     Centrándonos ya en la banda sonora de la película, sorprende de entrada que en esta ocasión Scorsese no haya recurrido a su habitual colaborador Howard Shore, compositor de sobrada experiencia en lo que a cine de misterio y terror se refiere: ahí están sus trabajos para El silencio de los corderos (The silence of the lambs, Jonathan Demme, 1991), Seven (id, David Fncher, 1995) o La habitación del pánico (Panic room, David Fincher, 2002) para demostrarlo. En cambio se ha preferido, con la inestimable colaboración del supervisor musical Robbie Robertson, una cuidadosa selección de temas preexistentes, solución por otra parte muy frecuente en la filmografía del director de Casino. El resultado es extremadamente brillante, pues en todo momento persigue una comunión entre imagen y música tan absoluta que por momentos llega a parecer que algunos temas han sido compuestos expresamente para la película cuando obviamente no es así. Esto produce dos efectos contrarios, pues si por una parte la música se ajusta a las imágenes como una mano a un guante, por otro lado la función de la banda sonora no puede ser comprendida en su totalidad fuera de los fotogramas a los que acompaña.

     Los temas que componen la banda sonora de Shutter Island pueden ser divididos en dos grupos: el de la música diegética y el de la incidental. Del primer grupo pueden ser destacadas canciones propias de los años 50, época en la que transcurre el film, como Cry de Johnnie Ray o Wheel of fortune de Kay Starr, canción que por cierto también forma parte de la banda sonora de L.A. Confidential (id, Curtis Hanson, 1997). Pero el tema que cumple una función narrativa más importante es el Cuarteto para piano y cuerdas en A menor de Gustav Mahler; dicha pieza es escuchada en la película por el doctor interpretado por Max von Sydow, y su audición transporta a Teddy a sus recuerdos de la Segunda Guerra Mundial: el contraste entre la delicadeza de la pieza de Mahler y la virulencia de los recuerdos de Daniels potencian aún más la violencia de estas escenas.

     Pero sin duda lo que más destaca de la banda sonora es la música incidental, utilizada Scorsese para enfatizar la sensación de desasosiego constante a lo largo del largometraje. Destacan temas de compositores sinfónicos del siglo XX como Györgi Ligeti (Lontano), John Cage (Music for Marcel Duchamp, Root of an unfocus), Ingram Marshall (Fog tropes, Prelude - The Bay), Morton Feldman (Rothko chapel 2) o John Coolidge Adams (Christian Zeal and Activity), que en conjunto forman un repertorio ecléctico pero al mismo tiempo homogéneo debido al efecto de extrañeza e inquietud que tales músicos aportan. A mi entender el tema mejor utilizado de la banda sonora es un fragmento de la Sinfonía nº3 de Krzysztof Penderecki, cuya contundencia y gravedad aportan una tensión irrespirable a la secuencia inicial con la llegada de los detectives Teddy y Chuck (Mark Ruffalo) en ferry a Shutter Island. Es de destacar el magnífico uso que Scorsese hace de dicha pieza: antes de introducirla nos muestra a los dos detectives hablando en la proa del transbordador y refiriéndose constantemente a la extraña isla a la que se dirigen; Scorsese mantiene la isla fuera de campo hasta que aparece un gran plano general de Shutter Island (el único que aparecerá durante toda la película), momento justo en el que empieza a sonar la música de Penderecki. La misma pieza musical reaparecerá en los momentos de mayor paroxismo, destacando su inclusión hacia el final de la aventura, cuando el protagonista por fin se dirige al faro en el que espera confirmar sus sospechas acerca de lo que sucede en Shutter Island: la pieza de Penderecki anuncia la cercanía de la conclusión de la película, pues al comienzo de la cinta dicha pieza también ha acompañado el momento en el que Teddy divisa el faro por primera vez.



     No menos brillante resulta la utilización de la pieza de Max Richter On the nature of daylight. Esta composición, infinitamente bella y melancólica, ilustra uno de los aspectos más importantes de la película: el amor con el que Teddy recuerda a Dolores (Michelle Williams), su esposa que falleció tiempo atrás y que se le aparece en diversas fugas oníricas. La estratégica ubicación de la melodía de Richter a lo largo del metraje la convierten por derecho propio en el tema de amor de la película, siendo especialmente memorable su aparición durante la conversación que el detective mantiene con George Noyce (Jackie Earle Haley), secuencia clave en la que de nuevo Teddy tiene la visión de su difunta esposa.


     No sería justo terminar este breve repaso a la columna sonora de Shutter Island sin mencionar su ocasional y excelente uso del silencio. En este sentido hay que aplaudir la decisión de Martin Scorsese de suprimir la música en la secuencia del último y esclarecedor flashback: el silencio, que deja al espectar sin el menor asidero emocional, resalta aún más las sobrecogedoras imágenes e incrementan su crudeza. Una muestra más del talento de Scorsese a la hora de urdir la rica textura musical y sonora de esta magnífica película que es Shutter Island.