Reconozco no estar del todo seguro de si la segunda década del siglo XXI acaba de empezar o de si lo hará en enero del próximo año. De todos modos no me parece que sea mal momento para escribir sobre el cine que más me ha gustado durante el período 2000-2009. El tiempo se encargará de darme o no la razón, pero lo que sigue a continuación es una selección de las películas que durante estos últimos años han reafirmado mi pasión por el séptimo arte.
1. Femme fatale de Brian de Palma
Con Femme fatale (id, 2002) Brian de Palma no solo consiguió la que es, para mi gusto, la mejor película de la pasada década, sino también una obra maestra absoluta que reúne toda la concepción que tiene del cine. Onírica, bella y fascinante, Femme fatale es un muestra del más puro cine fantástico disfrazada bajo las apariencias de un thriller. Siguiendo con la cámara los movimientos de Laure (una espléndida Rebecca Romijn), de Palma plantea una furiosa puesta al día del personaje de la mujer fatal, al mismo tiempo que plantea una posibilidad con la que todos hemos soñado: la de conocer nuestro futuro para cambiar nuestro destino. Desde el extraordinario comienzo, con el robo de unas joyas durante la celebración del festival de Cannes, hasta los títulos de crédito finales, tan hermosos como significativos, Femme fatale es una celebración del cine, una obra de arte en la que cada secuencia es una obra maestra dentro de otra aún mayor.
2. El curioso caso de Benjamin Button de David Fincher
La historia del relojero que fabricó un reloj cuyas manecillas retrocedían en vez de avanzar; la infancia de Benjamin, con la apariencia de un anciano de ochenta años, en un geriátrico; su descubrimiento del mar a bordo del pesquero Chelsea; los juegos nocturnos de Benjamin y Daisy a la luz de las velas; la historia de amor en un Moscú nocturno y nevado, con esa encantadora mezcla de cotidianeidad y melancolía; el dramático enfrentamiento con un submarino alemán durante la Segunda Guerra Mundial; el vuelo del colibrí; el sensual baile de Daisy a orillas de un río de Nueva Orleans; la cadena de acontecimientos que conducen a un trágico accidente; el nerviosismo del protagonista ante el nacimiento de su primer hijo... Son tantos sus momentos inolvidables que sería imperdonable no citar esta maravilla titulada El curioso caso de Benjamin Button (The curious case of Benjamin Button, 2008).
3. Million dollar baby de Clint Eastwood
A alguien podrá parecerle excesivo que cite no una, sino tres películas dirigidas por Clint Eastwood en mi lista de las diez favoritas del último decenio. Sin embargo, debo confesar que he tenido que hacer un esfuerzo para no incluir alguna más, pues títulos como Mystic river (id, 2003), El intercambio (Changeling, 2008) o Gran Torino (id, 2008) también demuestran que Eastwood ha sido el mejor cineasta de una década en la que solo nos ha obsequiado con películas extraordinarias. Million dollar baby (id, 2004) es quizás la muestra más depurada de su estilo, una historia dura y sin concesiones en la tradición del mejor cine norteamericano. Eastwood nos cuenta cómo tres personajes, Frankie, Eddie y Scrap (interpretados con absoluta maestría por el propio Eastwood, Hilary Swank y Morgan Freeman), buscan a través del boxeo una segunda oportunidad que la vida les ha negado constantemente; los tres la encontrarán, aunque tendrán que pagar un altísimo precio a cambio.
4. Casino Royale de Martin Campbell
Reconozco que, debido a mi condición de acérrimo seguidor de la saga Bond, tal vez no sea el más indicado a la hora de valorar objetivamente esta película, pero es que creo sinceramente que Casino Royale (id, 2006) es una excelente pieza cinematográfica, tal vez la mejor del personaje junto con James Bond contra Goldfinger (Goldfinger, Guy Hamilton, 1964). Con Casino Royale, y con el excelente Daniel Craig, recuperamos la esencia y el espíritu del James Bond original, pero no el de las primeras películas protagonizadas por un inolvidable Sean Connery, sino el de las novelas escritas por Ian Fleming. El Bond de Craig es violento, frío y despiadado, capaz de enamorarse pero condenado a pasar el resto de su vida al servicio secreto de su majestad. Todo ello en una película vibrante y emocionante en la que se da más importancia a una crucial partida de póquer que a todas las peleas, tiroteos y persecuciones que salpican la trama.
5. El señor de los anillos de Peter Jackson
Poco se puede añadir a estas alturas a todo lo que se ha dicho acerca de la descomunal trilogía compuesta por La comunidad del anillo (The fellowship of the ring, 2001), Las dos torres (The two towers, 2002) y El retorno del rey (The return of the king, 2003). La pasión con la que Peter Jackson trasladó a la gran pantalla el mundo descrito por J.R.R. Tolkien no tiene límites: cada rincón de la Tierra Media está visualizado con un preciosismo y una imaginación desbordantes, poniendo tanto énfasis en los aspectos más hermosos de la historia como en los más tenebrosos, todo ello en un espectáculo de proporciones gigantescas que en ningún momento descuida el retrato de los personajes. El resultado es un fresco de más de nueve horas de duración, un verdadero monumento al cine fantástico y de aventuras coronado por una maravillosa banda sonora de Howard Shore.
6. Deseando amar de Wong Kar-Wai
Deseando amar (Fa yeung nin wa, 2000) es la historia de un amor imposible situada en una ciudad, el Hong Kong de los años 60, que parece surgida de los sueños de Wong Kar-Wai. El director lleva a cabo un verdadero tratado de la belleza en el que los ralentizados movimientos de cámara, la música y la fotografía componen un poema visual. Su detallista puesta en escena se centra en los gestos y las miradas que relacionan al señor Chow (Tony Leung) y a la señora Chan (Maggie Cheung); todos esos detalles nos dicen mucho más que sus palabras o sus acciones, pues ninguno de los dos personajes se atreve a dejarse llevar por sus sentimientos. Lo que queda es un lírico retrato de las oportunidades perdidas y una de las películas más hermosas que se recuerdan.
7. Insomnio de Christopher Nolan
Tal vez sea Christopher Nolan el cineasta más interesante de su generación, gracias a películas como Memento (id, 2000), El truco final (The prestige, 2006) o El caballero oscuro (The dark knight, 2008). Sin embargo, creo que es Insomnio (Insomnia, 2002) la muestra más perfecta de su estilo, caracterizado por la experimentación con el montaje, el profundo retrato psicológico de los personajes y la ambigüedad de sus acciones. Insomnio nos presenta una ciudad, Nightmute, en donde el día no se distingue de la noche, una evidente metáfora de la inexistente línea que separa el bien del mal. En Insomnio no hay blancos ni negros, sino una inmensa gama de grises: pocas veces la figura del policía ha guardado tantas cosas en común con la del criminal. De ahí que el policía brillantemente encarnado por Al Pacino no sepa a ciencia cierta si su insomnio se debe a la falta de oscuridad de las noches en Nightmute o a su mala conciencia, que le hace dudar de si es un buen agente de la ley o un asesino con placa.
8. Lejos del cielo de Todd Haynes
Esta bellísima película supone un emotivo homenaje al cine de Douglas Sirk, y muy especialmente a una de sus mejores películas, Sólo el cielo lo sabe (All that heaven allows, 1955). Pero en Lejos del cielo (Far from Heaven, 2002) Todd Haynes no se limita a reproducir el estilo visual, la atmósfera y la crítica a la sociedad norteamericana tan características de Sirk, sino que aborda de manera más directa temas como el racismo, la homofobia o la discriminación de la mujer, ofreciendo un duro retrato de la América de la década de los 50. Todo ello haciendo uso de un clasicismo visual absolutamente perfecto y de una elegancia poco frecuente durante los últimos años. A rememorar la magnífica banda sonora de Elmer Bernstein, la última que compuso este maestro de la música antes de fallecer.
9. Munich de Steven Spielberg
Durante los últimos años el cine estadounidense ha ofrecido abundantes muestras de cine político, dando lugar a buenas y a malas películas. Munich (id, 2005) es de las buenas. El trabajo de Spielberg, quien durante esta década ha realizado otras cintas tan brillantes como Minority report (id, 2002) o Atrápame si puedes (Catch me if you can, 2002), arranca con el trágico atentado terrorista durante los Juegos Olímpicos de Munich en 1972 para, a continuación, centrarse en la respuesta del gobierno israelí: una sucesión de asesinatos selectivos llevados a cabo por un grupo de cinco hombres. Cada uno de los asesinatos, además de constituir una innegable muestra del virtuosismo narrativo de su director, coloca al espectador ante la incómoda tarea de presenciar la inutilidad de la violencia y las consecuencias que ésta tiene entre los que la ejercen. Cada uno de los miembros del grupo reaccionará de modo diferente ante esa violencia, pero ninguno volverá a ser el mismo de antes. Hay que destacar la magnífica labor de los actores que dan vida a los miembros del grupo, sin los cuales Munich no sería lo mismo: Eric Bana, Ciarán Hinds, Daniel Craig, Hans Zischler y Mathieu Kassovitz.
10. Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima de Clint Eastwood
Cuando Clint Eastwood filmaba Banderas de nuestros padres (Flags of our fathers, 2006), historia centrada en la conquista por parte de las tropas estadounidenses de la isla japonesa de Iwo Jima durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo una idea propia de un genio como él: rodar a continuación otra película, Cartas desde Iwo Jima (Letters from Iwo Jima, 2006), centrada en los mismos hechos pero narrada desde el punto de vista japonés. El resultado es un deslumbrante díptico que supone un apasionante fresco histórico despojado de toda clase de maniqueísmos. Curiosamente las dos películas son muy diferentes entre sí: mientras que Banderas de nuestros padres alterna la campaña bélica con el regreso a casa de los soldados norteamericanos, donde éstos se ven obligados a mitificar sus propias experiencias de combate con fines propagandísticos, en Cartas desde Iwo Jima los soldados japoneses atrincherados en la isla evocan su pasado, conscientes de que muchos de ellos jamás volverán a ver a sus seres queridos. Las dos películas juntas suponen un conmovedor alegato antibelicista narrado con sabiduría por su director, un humanista a quien le importan menos los ejércitos que los seres humanos que los componen.
Además de las diez películas de la lista, así como de los títulos de Eastwood, Nolan o Spielberg citados indirectamente, hay otras películas que me gustaría destacar. Sin ánimo de ser exhaustivo ahí van unas cuantas: Amélie (Le fabuleux destin d’Amélie Poulain, 2001), la deliciosa comedia de Jean-Jacques Annaud que a estas alturas ya ha consagrado a Audrey Tattou como un icono del cine francés; El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no Kamikakushi, 2001), lírica y mágica cinta de animación del maestro Hayao Myazaki; Camino a la perdición (Road to Perdition, Sam Mendes, 2002), una de las películas visualmente más deslumbrantes de la década; El americano impasible (The quiet american, Phillip Noyce, 2002), que cuenta con una impresionante interpretación de Michael Caine; Master and commander (id, 2003), por desgracia la única película que ha filmado el siempre excelente Peter Weir durante estos últimos años; Big Fish (id, 2003), sin duda el mejor Tim Burton de la década; Una historia de violencia (A history of violence, 2005), y Promesas del este (Eastern promises, 2007), dos excelentes incursiones de David Cronenberg en el cine policíaco; Match point (id, 2005), lo mejor de Woody Allen en muchos, muchos años; La casa de las dagas voladoras (Shi mian mai fu, 2004), bellísimo relato de aventuras de Zhang Yimou; Spider-man 2 (id, Sam Raimi, 2004), para mi gusto el mejor relato de superhéroes de estos dos lustros junto con El caballero oscuro; Los increíbles (The incredibles, Brad Bird, 2004), quizás la mejor y más imaginativa de las excelentes películas de los estudios Pixar; Open range (id, 2004), excelente western de Kevin Costner que concluye con un antológico duelo final; Zodiac (id, 2007), magnífica película de David Fincher que por muy poco no se cuela en mi lista de las diez favoritas; y Enemigos públicos (Public enemies, Michael Mann, 2009), probablemente la película que mejor provecho ha sacado del uso de las cámaras digitales.